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Werwolf

Xilografía de un ataque de un hombre-lobo por Lucas Cranach der Ältere, 1512

Un hombre-lobo o licántropo (Griego: λυκάνθρωπος lukánthrōpos, "persona-lobo") es un humano mitológico o folclórico con la habilidad de cambiar de forma en un lobo (o, especialmente en las películas modernas, en una criatura híbrida teriomórfica lupina), ya sea deliberadamente o tras ser situado bajo una maldición o enfermedad (a veces, un mordisco o arañado de otro hombre-lobo). Las fuentes antiguas para la creencia en esta habilidad o enfermedad, llamada licántropia, son Petronio (27-66) y Gervasio de Tilbury (1150-1228).

El hombre-lobo es un concepto extendido en el folclore europeo, existiendo en muchas variantes, que se relacionan por un desarrollo común de una interpretación cristiana del folclore europeo subyacente desarrollado durante el periodo medieval. Desde el comienzo del periodo moderno, las creencias en el hombre-lobo se extienden con el colonialismo al Nuevo Mundo. La creencia del hombre-lobo se desarrolló en paralelo a la de las brujas, en el curso de la Edad Media tardía y comienzos del periodo moderno. Como los juicios de brujería en conjunto, los juicios de supuestos hombres-lobo emergieron en los que se conoce ahora como Suiza (Especialmente Valais y Vaud) a comienzos del siglo XV y se extendieron por Europa en el XVI, alcanzando su punto álgido en el siglo XVII y remitiendo en el XVIII.

La persecución de hombres-lobo y el folclore asociado es una parte integral del fenómeno de "caza de brujas", aunque una marginal, ya que las acusaciones de licantropía solo implicaban una pequeña parte de los juicios de brujas. Durante el periodo temprano, las acusaciones de licantropía (transformación en un lobo) se mezclaban con acusaciones de montar lobos o encantarlos. El caso de Peter Stumpp (!589) llevó a un aumento significativo tanto en interés como en persecución de los supuestos hombres-lobo, principalmente en la Europa francófona y germanófona. El fenómeno persistió más tiempo en Bavaria y Austria, con la persecución registrada de encantadores de lobos hasta después de 1650, teniendo lugar los últimos casos a comienzos del siglo XVIII en Carintia y Estiria.

Tras el fin de los juicios de bruja, el hombre-lobo se volvió de interés en los estudios del folclore y en el emergente género de horror gótico; la ficción de hombre-lobo como un género tiene precedentes premodernos en los romances medievales (p.ej: Bisclavret y Guillaume de Palerme) y desarrollado en el siglo XVIII fuera de la tradición chapbook "semi-ficticia". Los adornos de la literatura de terror en el siglo XX se conviriteorn en parte del género de terror y fantasía de la cultura popular moderna.

Nombres[]

El término licantropía, refiriéndose tanto a la habilidad misma de convertirse en un lobo y al acto de hacerlo, viene del antiguo griego λυκάνθρωπος lukánthropos (de λύκος lúkos "lobo" y ἄνθρωπος, ánthrōpos "humano").[1] La palabra aparece en antiguas fuentes griegas, pero solo en la antigüedad tardía, con muy poca frecuencia y en el contexto de la licantropía clínica descrita por Galeno, donde el paciente tiene un apetito voraz y otras cualidades de un lobo; la palabra griega solo alcanza cierta aceptación en el griego bizantino, apareciendo en la enciclopedia del siglo X Suda.[2]

Los eslavos usan el término vlko-dlak (Polaco wilkołak, Checo vlkodlak, Eslovaco vlkolak, Serbo-Croata вукодлак - vukodlak, Esloveno volkodlak, Bulgaro върколак/vrkolak, Bielorruso ваўкалак/vaukalak, Ucraniano вовкулака/vovkulaka), literalmente "piel de lobo", equiparándose con el nórdico antiguo ulfhéðinn. Sin embargo, no hay testimonios medievales en el periodo medieval. El báltico tiene términos relacionados: Lituano vilkolakis y vilkatas, Letón vilkatis y vilkacis. El nombre vurdalak (вурдалак) para el vampiro eslavo ("ghoul, revenant") es una corrupción debida a Alexander Pushkin, que fue luego ampliamente extendida por A.K. Tolstoy en su novela La familia del vurdalak (compuesta en francés, pero primero publicada en una traducción rusa en 1884).

El griego λυκάνθρωπος y el germánico werewulf son equiparables en la medida de lo posible con la idea del cambiaformas convirtiéndose en en un lobo expresado por medio de un compuesto "lobo-hombre" u "hombre-lobo".

Personalidad[]

Licántropos

El carácter del licántropo se fundamenta en su vida y su forma humanoide, y en un permanente afán por ocultar su verdadera condición, que algunos consideran maldición y otros, la veneran como un don. Cuando aparece la licantropía en un individuo, sea por maldición o por herencia, se produce una terrible confusión, ya que el afectado no recuerda absolutamente nada de lo ocurrido cuando la bestia se adueña de su voluntad. A medida que transcurre el tiempo y las transformaciones, los sujetos son conscientes de su licantropía, y depende de cada cual, aprovecharán su situación tratando de encontrarse en armonía con la bestia interna o buscarán un remedio para curar su espantosa e incontrolable afección. Es por ello, que podemos encontrar desde licántropos solitarios, aguerridos, confiados y bestiales, hasta atormentados, martirizados, inadaptados e incomprendidos.

Historia[]

Mitología comparada indoeuropea[]

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Dolón vistiendo una piel de lobo en un vaso ático de figuras rojas, 460 a.C.

El folclore del lobo encontrada en Europa recuerda a un desarrollo común durante la Edad Media, surgiendo en el contexto de la cristianización y la interpretación asociada de la mitología precristiana en términos cristianos. Su origen común subyacente puede encontrarse en la mitología protoindoeuropea, donde la licantropía es reconstruida como un aspecto de la iniciación de la clase guerrera. Esto se refleja en la Europa de la Edad de Hierro, en las representaciones Tierkrieger de la esfera germánica, entre otras. La visión comparativa estándar de este aspecto de la mitología indoeuropea es McCone (1987).[3] Tales transformaciones de "hombres en lobos" en culto pagano se asociaban con el diablo desde una perspectiva medieval temprana.

El concepto del hombre-lobo en Europa occidental y del Norte está fuertemente influenciado por la función del lobo en el paganismo germánico (p.ej: el loup-garou francés es definitivamente un préstamo del término alemán), pero hay tradiciones relacionadas en otras partes de Europa que no fueron necesariamente influenciadas por la tradición germánica, especialmente en la Europa eslava y los Balcanes, y posiblemente en zonas limítrofes de la esfera indoeuropa (el Cáucaso) o donde las culturas indoeuropeas fueron reemplazadas por conquistas medievales en la era medieval (Hungría, Anatolia).

En su Man Into Wolf: An Anthropological Interpretation of Sadism, Masochism and Lycanthropy (1948), Robert Eisler intentó ofrecer los nombres tribales indoeuropeos que significaran "lobo" u "hombre-lobo" en términos de "la transición europea de la recogida de fruta a la caza depredadora".

Antigüedad clásica[]

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Representación de un guerrero con piel de lobo de la era de Vendel (Tierkrieger)

En la antigua mitología y literatura griegas hay pocas menciones a hombres convirtiéndose en lobos. Herodoto, en sus Historias[4], escribió que los Neuri, una tribu que sitúa al noreste de Escitia, se transformaban en lobos anualmente durante varios días y luego volvían a su forma humana. En el siglo II a.C., el geógrafo griego Pausanías narró la historia de Licaón, que se transformó en lobo porque había matado ritualmente a un niño. En relatos de Biblioteca (3.8.1) y Ovidio (Metamorfosis I.219-239), Licaón sirve carne humana a Zeus, intentando saber si realmente es un dios. Por lo tanto, la transformación de Licaón es un castigo por un crimen, considerado, distintamente, canibalismo, asesinato o irreverencia. Ovidio también narra historias de hombres que vagaban los bosques de Arcadia en forma de lobos.[5][6]

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Zeus convirtiendo a Licaón en un lobo, grabado de Hendrik Goltzius.

Además de Ovidio, otros escritores romanos también mencionaron la licantropía. Virgilio escribió sobre seres humanos convertidos en lobos[7]. Plinio el viejo narra dos leyendas de licantropía. Citando a Evantes, menciona que un hombre cuelga sus ropas en una encina y nada en torno a un lago arcadio, transformándose en lobo. Con la condición de que no ataque a ningún ser humano durante nueve años, podría volver nadando por el lago para recuperar su forma humana.[8] Plinio también cita a Agriopas respecto a la leyenda de un hombre que se convirtió en lobo tras probar las entrañas de un niño humano, pero recuperó su forma humana 10 años después.

En la obra latina de prosa, El Satiricón, escrito en torno al 60 d.C. por Petronio, uno de los personajes, Nicerote, cuenta una historia sobre un banquete en el que un amigo se convirtió en lobo (cap. 61-62). Describe el incidente de la siguiente manera: "Júzguese de mi espanto cuando le veo orinarse alrededor de sus ropas y en el mismo instante transformarse en lobo. No creáis que me bromeo; no mentiría por todo el oro del mundo... ¿Pero en qué iba yo de mi relato?... ¡Ah! Ya recuerdo. En cuanto convirtiose en lobo, se puso a aullar y huyó al bosque".[9]

Edad Media[]

No había una creencia extendida en los hombres-lobo en la Europa medieval antes del siglo XIV. Había algunos ejemplos de transformaciones de lobos-hombre en la literatura cortesana de la época, notablemente el poema Bisclavret (c. 1200) de Marie de France, en el que el noble Bizuneh, por razones no descritas, tiene que convertirse en lobo cada semana. Cuando su traicionera esposa robó sus ropas, necesarias para restaurar su forma humana, escapó la caza de lobos del rey implorando misericordia al rey y acompañandolo desde entonces. Su comportamiento en la corte era mucho más apacible que, cuando su esposa y su nuevo marido aparecieron en esta, su ataque de odio sobre la pareja se vio como justamente motivado y la verdad, revelada.

La palabra alemana werwolf es registrada por Burchard von Worms en el siglo XI y por Bertold de Ratisbona en el XIII, pero no registrada en toda la ficción o poesía alemana medieval. Las menciones a los hombres-lobo también son infrecuentes en Inglaterra, presumiblemente porque sin importar la importancia que tenía los "hombres-lobo" en el paganismo germánico, las creencias y prácticas asociadas fueron reprimidas exitosamente tras la cristianización (o si persistieron, lo hicieron fuera de la esfera de conocimiento disponible actualmente).[10]

Las tradiciones paganas germánicas asociadas con los hombres-lobo persistieron el mayor tiempo en la era vikinga escandinava. Harald I de Noruega es conocido por tener un cuerpo de Úlfhednar ([hombre] cubierto de lobo), que se menciona en la saga Vatnsdœla, Haraldskvæði y la saga Völsunga, y se parecen a las leyendas de hombres-lobo. Los Úlfhednar eran luchadores similares a los berserkers, aunque vestían con pieles de lobo en vez de oso, y se les conocía por canalizar los espíritus de estos animales para aumentar su efectividad en la batalla. Estos guerreros eran resistentes al dolor y mataban viciosamente en batalla, como los animales salvajes.[11] Los Úlfhednar y los berserkers están íntimamente asociados con el dios nórdico Odín.

Las tradiciones escandinavas de este periodo pueden haberse extendido a Rus, dando lugar a las leyendas eslavas de "hombre-lobo". Se consideraba que el príncipe bielorruso del siglo XI Vseslav de Pólotsk había sido un hombre-lobo, capaz de moverse a velocidades sobrehumanas, como narra el Cantar de las huestes de Igor:

Cita inicioVseslav el príncipe juzgó hombres; como príncipe, gobernaba ciudades; pero por la noche merodeaba en el aspecto de un lobo. Desde Kiev, rondando, alcanzó, antes de que cantaran los gallos, Tmutorokan. El camino del Gran Sol, como un lobo, merodeando, cruzó. Para él en Pólotsk sonaban por maitines temprano en Santa Sofía las campanas; pero él oía el repicar en Kiev.Cita final

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La situación como se describe durante el periodo medieval da lugar a la forma dual del folclore del hombre-lobo en la temprana Europa moderna. Por una parte, el hombre-lobo "germánico", que se asocia con el pánico de la brujería en torno al 1400, y por otro el hombre-lobo "eslavo" o vlkolak, que se asocia con el concepto de renacido o "vampiro". El vampiro-licántropo "oriental" se encuentra en el folclore de Europa central y oriental, incluyendo Hungría, Rumanía y los Balcanes, mientras el hechicero-licántropo "occidental" se encuentra en Francia, la Europa germanófona y en el Báltico.

Comienzo de la etapa moderna[]

Hubo numerosas denuncias de ataques de hombre-lobo -y los consecuentes juicios de bruja - en la Francia del siglo XVI. En algunos casos había pruebas claras contra el acusado de asesinato y canibalismo, pero ninguna asociación con los lobos; en otros casos, la gente había estado aterrorizada por tales criaturas, como el caso de Gilles Garnier en Dole en 1573, donde había pruebas claras contra algún lobo pero ninguna contra el acusaod. El loup-garou finalmente dejó de considerarse una herejía peligrosa y volvió a la idea precristiana de un "demonio-licántropo". Los lubins o lupins eran normalmente hembras y tímidas en contraste con los agresivos loups-garous.

La licantropía era una acusación común en los juicios de brujas durante su historia, apareciendo incluso en los juicios de brujas de Valais, uno de los juicios de este tipo más antiguos, en la primera mitad del siglo XV. Igualmente, en el Vaud, se denunciaban hombres-lobo que comían niños ya en 1448. La atención máxima a la licantropía llegó a finales del siglo XVI y comienzos del XVII, como parte de las cazas de brujas europeas. En Francia se escribieron varios tratados sobre hombres-lobo durante 1595 y 1615. Los hombres-lobo fueron avistados en 1598 en Anjou, y un hombre-lobo adolescente fue sentenciado a cadena perpetua en Burdeos en 1603. Henry Boguet escribió un extenso capítulo sobre los hombres-lobo en 1602. En el Vaud, los hombres-lobo fueron condenados en 1602 y en 1624. Un tratado por un pastor de Vaud en 1653, sin embargo, discutía que la licantropía no era más que una ilusión. Tras esto, el único testimonio adicional de Vaud data de 1670; era de un chico que afirmaba que él y su madre podían convertirse en lobos, que, sin embargo, no fue tomado en serio. Al comienzo del siglo XVII, la brujería fue procesada por Jacobo I de Inglaterra, quien consideraba a los "warwoolfes" como víctimas del engaño inducidas por "una superabundancia natural de melancolía".[12]

Tras 1650, la creencia en la licantropía desapareció mayormente en la Europa francófona, como prueba la Enciclopedia de Diderot, que atribuía las denuncias de licantropía a un "trastorno del cerebro"[13]. Aunque hubo denuncias continuas de bestias extraordinarias similares a los lobos (pero no hombres-lobo). Una de esas denuncias trataba la Bestia de Gévaudan, que aterrorizó la zona general de la antigua provincia de Gévaudan, ahora Lozère, en el sur-centro de Francia; de los años 1764 a 1767, una entidad desconocida mató hasta a 80 hombres, mujeres y niños. La única parte de Europa que mostró un interés enérgico en los hombres-lobo tras 1650 fue el Sacro Imperio Romano. En Alemania se imprimieron al menos nueve obras sobre licantropía entre 1649 y 1679. En los Alpes austriacos y bávaros, la creencia en los hombres-lobo persistió hasta bien entrado el siglo XVIII.[14]

Hasta el siglo XX, los ataques lobos a humanos eran ocasionales, pero aún un rasgo extendido de la vida en Europa.[15] Algunos académicos han sugerido que era inevitable que los lobos, siendo los depredadores más temidos en Europa, se proyectaran en el folclore como malvados cambiaformas. Se dice que esto está corroborado por el hecho de que las zonas carentes de lobos usan un tipo distinto de depredador para llenar el nicho; los hombres-hiena en África, Hombre tigre en la India,[11] así como hombres-puma ("ruma uturuncu")[16][17] y hombres-jaguares ("yaguaraté-abá" o "tigre-capiango")[18][19] en el sur de Sudamérica.

En la obra El libro de los hombres-lobo de Sabine Baring-Gould se explora la idea de que las leyendas de hombres-lobo se habían usado para explicar asesinatos en serie. Quizás el caso más famoso sea el de Peter Stumpp (ejecutado en 1589), granjero alemán y supuesto asesino en serie y caníbal, también conocido como el Hombre-lobo de Bedburg.

Los hombres lobo de la dispensación cristiana no eran todos considerados como herejes o viciosamente dispuestos en contra de la humanidad. De acuerdo con Baronius, en el año 617, se presentó un grupo de lobos en un monasterio, y destrozaron a varios frailes quienes mantenían opiniones sobre la herejía. Los lobos mandados por Dios despedazaron a los ladrones maldecidos de la armada deFrancesco María, duque de Urbino, quien había llegado para saquear el tesoro de la Santa Casa de Loreto. Un lobo vigiló y defendió a San Emundo Mártir, rey de Inglaterra ante las bestias salvajes. San Odo, Abad de Cluny, asolado por una manada de zorros, fue liberado y escoltado por un lobo. Gran parte de los hombres lobo eran personas inocentes y temerosas de Dios, que sufrían a través de embrujos de otros, o simplemente estaban destinados a un destino infeliz, y quienes en forma de lobo se comportaban de una manera admirable, honrando y protegiendo a sus favorecedores.

Licantropía como condición médica[]

Algunos investigadores modernos han intentado explicar las denuncias de comportamientos de hombres-lobo con trastornos médicos reconocidos. El hospital Dr. Lee Illis del Guy's Hospital de Londres escribió un artículo en 1963 titulado Sobre la porfiria y la etiología de los hombres lobo (On Porphyria and the Aetiology of Werewolves), en el que discute que los relatos históricos de hombres-lobo pudieron haber sido víctimas de porfiria congénita, afirmando como los síntomas de fotosensibilidad, dientes rojizos y psicosis podrían haber sentado las bases para la acusación de ser un hombre-lobo.[20] Sin embargo, esto es discutido por Woodward, quien señala que los hombres-lobo mitológicos son casi invariablemente representados con el aspecto de verdaderos lobos, y que sus formas humanas pocas veces son físicamente conspicuos como víctimas de porfiria.[11] Otros han señalado la posibilidad de hombres-lobo históricos siendo sufridores de hipertricosis, un trastorno hereditario que se manifiesta con un crecimiento excesivo de pelo. Sin embargo, Woodward descarta la posibilidad, ya que la infrecuencia de la enfermedad excluía que pasara a gran escala, como los casos de hombres-lobo en la Europa medieval.[11] Algunos académicos han sugerido la posibilidad de los síndromes de Down como originadores de los mitos del hombre-lobo. Woodward sugiere la rabia como el origen de las creencias del hombre-lobo, afirmando similitudes notables entre los síntomas de la enfermedad y algunas de las leyendas.[21] Woodward se centró en la idea de ser mordido por un hombre-lobo que convierte a la víctima ne uno, sugiriendo la idea de una enfermedad transmisible como la rabia.[11] Sin embargo, la idea de que la licantropía podía transmitirse así no es parte de los mitos y leyendas originales, y solo aparece en creencias relativamente recientes. La licantropía puede explicarse como el contenido principal del delirio como, por ejemplo, el caso de una mujer que que se quejó de convertirse en cuatro especies distintas de animales durante los episodios de psicosis aguda.[22]

Creencias populares[]

Características[]

GermanWoodcut1722

Xilografía alemana de 1722

Las creencias agrupadas bajo la definición de licantropía están lejos de ser uniformes, y el término se usa de manera algo caprichosa. La transformación puede ser temporal o permanente; el animal puede ser el hombre metamorfoseado; puede ser su doble cuya actividad deja intacto al hombre real; puede ser su alma, que vaga buscando a quien pueda devorar, dejando a su cuerpo en estado de trance; o puede ser un mensajero del ser humano, un animal real o un espíritu familiar, cuya íntima conexión con su dueño se muestra por el hecho de que se cree que cualquier herida que sufra, por un fenómeno conocido como repercusión, causa la correspondiente herida al ser humano.

En el folclore europeo se decía que los hombres-lobo tenían signos físicos reveladores incluso en su forma humana. Estos incluían las cejas unidas sobre el puente de la nariz, las uñas curvadas, orejas bajas y zancada oscilante. Un método para identificar a un hombre-lobo en su forma humana era cortar la carne del acusado, bajo la premisa de que el pelaje se vería en la herida. Una superstición rusa recuerda que un hombre-lobo puede reconocerse por sus cerdas bajo la lengua.[11] La apariencia de un hombre-lobo en su forma animal varía de una cultura a otra, aunque comúnmente se muestra indistinguible de los lobos ordinarios salvo el hecho de no tener cola (un rasgo considerado característico de las brujas en forma animal), suele ser de mayor tamaño y mantiene los ojos y voz humanos. Según algunos relatos suecos, el hombre-lobo puede distinguirse de un lobo típico porque puede correr sobre tres patas, estirando un cuarto trasero para simular una cola.[23] Tras volver a sus formas humanas, se suele documentar que los hombres-lobo se vuelven débiles, debilitados y sufren una dolorosa depresión nerviosa. Un rasgo universalmente vilipendiado en la Europa medieval era la costumbre del hombre-lobo de devorar cadáveres enterrados recientemente, un rasgo que se documenta extensamente, particularmente en los Annales Medico-psychologiques en el siglo XIX.[11] Los hombres-lobo fenoscandios solían ser ancianas poseídas por garras envueltas en veneno y tenían la capacidad de paralizar el ganado y a los niños con su mirada.[11]

Hombre lobo

Transformación en hombre-lobo[]

Se ha informado de varios métodos para convertirse en hombre-lobo, siendo el más simple el desnudarse y ponerse un cinturón hecho de piel de lobo, probablemente como sustituto de la piel completa del animal (que también se describía con frecuencia).[24] En otros casos, el cuerpo se frota con un ungüento mágico.[24] Beber agua de lluvia de la huella del animal en cuestión o de ciertos manantiales encantados también se consideraban formas efectivas de conseguir la metamorfosis.[25] El escritor sueco del siglo XVI Olaus Magnus dice que los hombres-lobo livones eran iniciados vaciando un vaso de una cerveza especialmente preparada y repitiendo una fórmula establecida. William Ralston Shedden-Ralston, en su Canción del pueblo ruso da una forma de encantamiento aún familiar en Rusia. En Italia, Francia y Alemania, se decía que un hombre o mujer se podía convertir en un hombre-lobo si él o ella, en cierto miércoles o viernes, dormía fuera en una noche de verano con la Luna llena brillando directamente sobre su cara.[11]

En otros casos, la transformación se conseguía supuestamente por una alianza satánica para los fines más detestables, a veces por el deseo de saciar el deseo de carne humana. Los hombres-lobo, escrito por Richard Verstegan (Restitución de la Inteligencia Decaída, 1628):

Cita inicioSon ciertos hehciceros, que habiendo untado sus cuerpos con un ungüento que hicieron por el instinto del diablo, y poniéndose cierta faja encantada, no solo son vistos por otros como lobos, sino que para su propio pensamiento tienen tanto la forma y naturaleza de los lobos, siempre que vistan dicha faja. Y ellos se disponen a sí mismos como los propios lobos, en preocupación y matanza, y en la mayoría de criaturas humanasCita final

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El fenómeno de repercusión, el poder de la metamorfosis animal o el envío de un familiar, real o espiritual, como mensajero, y los poderes sobrenaturales conferidos por la asociación con dicho familiar, también se atribuyen a los magos, hombre o mujer, en todo el mundo; la superstición en las brujas se equipara íntimamente, si no idénticamente, con las creencias licantrópicas, el ocasional personaje involuntario de la licantropía siendo casi siempre el único rasgo distinguible. En otra dirección, se afirma que el fenómeno de repercusión se manifiesta a sí mismo en conexión con el alma-arbusto[nota 1] de África occidental y el nagual de América central; pero aunque no hay línea de demarcación para el terreno lógico, el poder asumido del mago y la íntima asociación al alma-arbusto o el nagual con el ser humano no se denomina licantropía. No obstante, es conveniente tratar ambas creencias aquí.

La maldición de la licantropía también es considerada por algunos académicos como un castigo divino. La literatura de hombre-lobo muestra muchos ejemplos de Dios o santos supuestamente maldiciendo a aquellos que han provocado su ira con dicha transformación. Tal es el caso de Licaón, que fue transformado en lobo por Zeus como castigo por matar a su propio hijo y servir sus restos a los dioses como cena. Se decía que aquellos excomulgados por la Iglesia Católica Romana también se consideraban hombres-lobo.[11]

El poder de transformar a otros en bestias salvajes no solo se atribuía a hechiceros malignos, sino también a santos cristianos. Omnes angeli, boni et Mali, ex virtute naturali habent potestaten transmutandi corpora nostra (Todos los ángeles, buenos y malos tienen el poder de transmutar nuestros cuerpos) era un dictamen de Santo Tomás de Aquino. Se decía que San Patricio convirtió al rey galés Verético en un lobo; se decía que Natalis de Ulster maldijo a una ilustra familia irlandesa cuyos miembros estaban condenados a ser lobos durante siete años. En otras leyendas, la agencia divina es incluso más directa, mientras en Rusia, de nuevo, los hombres supuestamente se convierten en hombres-lobo cuando incurren en la ira del diablo.

Una notable excepción a la asociación de la licantropía y el diablo viene de un relato infrecuente y poco conocido de un hombre de 80 años llamado Thiess. En 1692, en Zaube, Livonia, Thiess testificó bajo juranmento que él y otros hombres-lobo eran los Sabuesos de Dios.[26] Afirmó que eran guerreros enviados al infierno para luchar contra brujas y demonios. Sus esfuerzos aseguraban que el diablo y sus súbditos no se llevaran el grano de los cultivos locales fallidos al infienro. Thiess era firme en sus aseveraciones, afirmando que los hombres-lobo en Alemania y Rusia también luchaban contra los súbditos del diablo en sus propias versiones del infierno, e insistió que cuando los hombres-lobo morían, eran bienvenidos al cielo como recompensa por su servicio. Thiess fue finalmente sentenciado a diez latigazos por idolatría y creencia supersticiosa.

Remedios[]

Existen varios métodos para eliminar la forma de hombre-lobo. En la antigüedad, los antiguos griegos y romanos creían en el poder del agotamiento para curar a gente con licantropía. La víctima se sometería a largos periodos de actividad física con la esperanza de ser purgada de la enfermedad. Esta práctica surgía del hecho de que muchos hombres-lobos se sentían débiles y debilitados tras causar estragos.[11]

En la Europa medieval, tradicionalmente, hay tres métodos que se pueden usar para curar a una víctima de licantropía; médicamente (a través del uso del acónito), quirúrgicamente o por exorcismo. Sin embargo, muchas de las curas recomendadas por los practicantes médicos medievales resultaban letales para los pacientes. Una creencia siciliana de origen áraba sostiene que un hombre-lobo puede curarse de su enfermedad golpeando en su frente o calota con un cuchillo. Otra creencia de la misma cultura implica clavar clavos en las manos del hombre-lobo. A veces, se usaban métodos menos extremos. En las tierras bajas alemanas de Schleswig-Holstein, un hombre-lobo podía curarse si uno lo llamaba tres veces por su nombre cristiano, mientras que una creencia danesa sostiene que simplemente con regañarlo conseguiría curarse.[11] La conversión al cristianismo también era una forma común de curar la licantropía en el periodo medieval; la devoción a San Huberto se ha citado tanto como cura como protección contra la licantropía.

Conexión con apariciones[]

Antes de finales del siglo XIX, los griegos creían que los cadáveres de hombres-lobo, si no eran destruidos, volverían a la vida en forma de lobos o hiemas que rondaban los campos de batalla, bebiendo la sangre de los soldados moribundos. En la misma línea, algunas zonas rurales de Alemania, Polonia y el norte de Francia, se creyó que la gente que moría en pecado mortal volvía a la vida como lobos sedientos de sangre. Estos hombres-lobo "no muertos" volverían a su forma de cadáver humano durante el día. Se les trataba decapitándolo con una pala y un exorcismo por un párroco. La cabeza entonces se tiraría al arroyo, donde se creía que el peso de sus pesados la haría hundirse. A veces, se usaba el mismo método para librarse de vampiros ordinarios. El vampiro también se relaciona con el hombre-lobo en los países de Europa del este, particularmente Bulgaria, Serbia y Eslovenia. En Serbia, el hombre-lobo y el vampiro se conocen colectivamente como vulkodlak.[11]

Hungría y los Balcanes[]

En el folclore húngaro, los hombres-lobo solían vivir especialmente en la región de Transdanubia, considerándose que la habilidad de cambiar a lobo se obtenía como infantes, tras sufrir abuso por los padres o por una maldición. A los siete años, el chico o chica deja la casa y se va a cazar por la noche, pudiendo cambiar a persona o lobo cuando quiera. La maldición también puede obtenerse siendo adultos al pasar tres veces por un arco de abedul con la ayuda de una espina de rosa salvaje.

Los hombres-lobos eran conocidos por exterminar todo tipo de animales de granja, especialmente las ovejas. La transformación solía ocurrir durante el solsticio de invierno, Pascua y la Luna llena. Más tarde, en el siglo XVII y XVIII, los juicios en Hungría no solo se realizaron contra brujas, sino también contra hombres-lobo, existiendo muchos registros que crean conexiones entre ambos. En Hungría también estaban relacionados los vampiros y los hombres-lobos, siendo ambos temidos en la antigüedad.[27]

Entre los eslavos del sur, y también entre los casubios de lo que ahora es el norte de Polonia, estaba la creencia de si un niño nacía con pelo, una marca de nacimiento o la membrana del saco amniótico en la cabeza, se suponía que poseía habilidades cambiaformas. Aunque capaces de cambiar a cualquier animal que quisieran, se creía que estas personas preferían convertirse en lobo.[28]

Los vulkodlaks serbios tenían tradicionalmente el hábito de reunirse anualmente en los meses de invierno, cuando se quitarían las pieles de lobos y las colgarían de los árboles. Entonces tomarían la piel de otro vulkodlak y la quemarían, librando a su propietario de la maldición.[11]

Caucaso[]

Según las historias armenias, hay mujeres que, en consecuencia de pecados mortales, están condenadas a pasar siete años en forma de lobo.[29] En un relato típico, una mujer condenada es visitada por un espíritu con piel de lobo, que le ordena que vista la piel, causándole ansias de carne humana poco después. Con su mejor naturaleza superada, la mujer-lobo devora a cada uno de sus hijos, luego los familiares de los niños en orden de parentesco y, finalmente, los hijos de los extraños. Vaga solo por la noche, con puertas y cerraduras que se abren a su paso. Cuando llega la mañana, vuelve a su forma humana y se quita su piel de lobo. Se dice que generalmente la transformación es involuntaria, pero hay versiones alternativas implicando una transformación voluntaria, donde la mujer se transforma cuando lo desea.

América y el Caribe[]

Los naskapi creían que la otra vida del caribú estaba protegida por lobos gigantes que matan a los cazadores descuidados que se acercan demasiado. Los navajos temían a las brujas con ropas de lobo llamadas "Mai-cob".[21]

Woodward considera que estas creencias se deben a la colonización nórdica de América.[11] Cuando ocurrió la colonización europea, los pioneros trajeron su propio folclore de los hombres-lobo y luego fueron influenciados por las historias de las colonias vecinas y aquellas de los nativos. La creencia del loup-garou presente en Canadá, las penínsulas inferiores y superiores de Michigan[30] y la parte alta del estado de Nueva York se origina en el folclore francés influenciado por las historias nativas americanas del wendigo. En México, hay una creencia de una criatura llamada nahual, que tradicionalmente se limita a robar queso y violar mujeres en vez de matar. En Haití, hay una superstición sobre espíritus de hombres-lobo conocidos localmente como jé-rouges (ojos rojos) que pueden poseer los cuerpos de personas inconscientemente y transformarlas nocturnamente en criaturas lupinas caníbales. Los jé-rouges haitianos suelen intentar engañar a las madres para entregarles a sus hijos, despertándolas por la noche y pidiéndoles permiso para tomar a su hijo, al que la madre desorientada responderá sí o no. Los jé-rouges haitianos difieren de los hombres-lobo europeos por su hábito de intentar extender su condición licantrópica a otros, como los vampiros.[11]

Acogida moderna[]

Ficción de hombres-lobo[]

The Were-Wolf by Clemence Housman

The Were-Wolf de Clemence Housman

La mayor parte de la ficción moderna describe a los hombres-lobo como vulnerables a las armas de plata y muy resistente a otras lesiones. Este rasgo aparece en el folclore alemán del siglo XIX.[31] La afirmación de que la Bestia de Gévaudan, un lobo o criatura lupina del siglo XVIII, fue disparada por una bala de plata parece haber sido introducida por los novelistas que recontaban la historia de 1935 en adelante y no en las versiones previas.[32] En el folclore inglés, anterior a 1865, mostró a cambiaformas vulnerables a la plata. "...hasta que el tabernero tiró un botón de plata sobre sus cabezas cuando fueron transformadas instantáneamente en dos ancianas desfavorecidas..."[33] c. 1640, la ciudad de Greifswald, Alemania, estaba infestada por hombres-lobo. "Un ingenioso chaval sugirió que recogieran todos sus botones, copas, cinturones, hebillas, etc, de plata y los fundieran en balas para sus mosquetes y pistolas...esta vez mataron a las criaturas y libraron a Greifswald de los licántropos".[34]

La novela Drácula (1897) y la historia corta "El invitado de Drácula", ambas escritas por Bram Stoker, se basan en mitologías anteriores de hombres-lobo y demonios legendarios similares y "era para expresar las ansiedades de una época" y los "miedos del patriarcado victoriano tardío".[35] En el invitado de Drácula, una banda de jinetes militares va en ayuda del protagonista perseguido por Drácula, mostrado como un gran lobo, afirmando que la única manera de matarlo es con una "Bala Sagrada".[36] Esto también se menciona en la novela principal. El Conde Drácula afirma en la novela que las leyendas de los hombres-lobos se originaron del linaje racial Szekely,[37] quien también es mostrado con la habilidad de cambiar a la forma de un lobo a voluntad durante la noche, pero incapaz de hacerlo durante el día excepto al mediodía.[38]

El primer largometraje en usar un hombre-lobo antropomórfico fue El lobo humano (Werewolf of London, 1935). El principal hombre-lobo en esta película es un apuesto científico londinense que mantiene parte de su estilo y gran parte de sus rasgos humanos tras su transformación,[39] ya que el actor principal Henry Hull no deseaba pasar varias horas siendo maquillado por el artista Jack Pierce.[40] Universal Studios se basó en una leyenda de los balcanes de una planta asociada con la licantropía, ya que no había ninguna obra literaria en la que basarse, a diferencia de con los vampiros. No hay ninguna mención a la plata ni a otros aspectos de las historias de hombres-lobo como el canibalismo.[41]

Lawrence Talbot, interpretado por Lon Chaney, Jr. en El hombre lobo (The Wolf Man, 1941) es un personaje más trágico. Con el maquillaje de Pierce siendo ahora más elaborado,[42] la película catapultó al hombre-lobo a la conciencia pública.[39] Las representaciones amables son pocas pero notables, como el protagonista torturado pero cómico David Naughton en Un hombre lobo americano en Londres[43] (An American Werewolf in London, 1981), y el menos angustiado y más confiado y carismático Jack Nicholson en la película Lobo (Wolf, 1994).[44] Con el tiempo, la representación de los hombres-lobo han ido de totalmente malévolo a ser heroicos, como en las series Underworld y Crepúsculo, así como Blood Lad, Dance in the Vampire Bund, Rosario + Vampire, y otras películas, anime, manga y cómics.

Otros hombres-lobo eran decididamente más conscientes y malévolos, como aquellos en la novela The Howling y sus secuelas y adaptaciones fílmicas. La forma que asume el hombre-lobo era generalmente antropomórfica en las primeras películas, como El hombre lobo o El lobo humano, pero en muchas películas posteriores eran más grandes y poderosos.[45]

Los hombres-lobos suelen mostrarse inmunes al daño causado por las armas ordinarias, pero vulnerables a los objetos de plata, como bastones con punta de plata, balas u hojas de plata; este atributo fue adoptado cinemáticamente por primera vez en El hombre lobo.[42] La reacción negativa a la plata es a veces tan fuerte que simplemente con tocarla, su piel se quema. En la ficción actual, la licantropía suele ser una condición genética hereditaria o es transmitida como una enfermedad contagiosa por el mordisco de otro hombre-lobo. En algunos medios, el poder del hombre-lobo se extiende a su forma humana, como la invulnerabilidad a los daños convencionales por su factor curativo, super velocidad o fuerza sobrehumana y la capacidad de caer de pie desde grandes alturas. La agresividad y los impulsos animales pueden ser intensificados o más difíciles de controlar (hambre, excitación sexual). Normalmente, en estos casos, las habilidades son disminuidas en forma humana. En otros medios, pueden ser curados por médicos o antídotos.

Junto a la invulnerabilidad a la plata, la Luna llena como causa de la transformación solo se volvió parte de la representación de los hombres-lobo de manera extendida en el siglo XX.[46] La primera película en mostrar el efecto transformador de la Luna llena fue Frankestein y el hombre lobo (Frankenstein Meets the Wolf Man, 1943).[47]

Alemania nazi[]

La Alemania nazi usó Werwolf, el nombre mítico de la criatura en alemán, en 1942-42 como nombre en código para uno de los cuarteles generales de Hitler. En los últimos días de la guerra, la "Operación Werwolf" nazi intentó crear una fuerza de comando que operaría tras las líneas enemigas mientras los Aliados avanzaban por Alemania.

Nota[]

  1. La segunda alma de una persona que, según algunas culturas, habita en un animal salvaje del arbusto -Merriam-Webster

Referencias[]

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  2. En la entrada de Marcelo de Side, afirmando que este autor del siglo II escribió sobre el tema de la licantropía. (Μ 205) Μάρκελλος Σιδήτης, ἰατρός, ἐπὶ Μάρκου Ἀντωνίνου. οὗτος ἔγραψε δι’ ἐπῶν ἡρωϊκῶν βιβλία ἰατρικὰ δύο καὶ μʹ, ἐν οἷς καὶ περὶ λυκανθρώπου. (citado por A. Adler, Suidae lexicon, Leipzig: Teubner, 1928-1935); ver Suda Online
  3. Kim R. McCone, "Hund, Wolf, und Krieger bei den Indogermanen" en W. Meid (ed.), Studien zum indogermanischen Wortschatz, Innsbruck, 1987, 101-154
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  5. Ovidio. «i», Metamorfosis.
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  7. Virgilio. «viii», Bucólicas, p. 98.
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  9. Petronio El Satiricón, XLII-XLIII
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  37. Dracula, Ch 3, Johnathon Harker's Journal, p. 42. «‘We Szekelys have a right to be proud, for in our veins flows the blood of many brave races who fought as the lion fights, for lordship. Here, in the whirlpool of European races, the Ugric tribe bore down from Iceland the fighting spirit which Thor and Wodin gave them, which their Berserkers displayed to such fell intent on the seaboards of Europe, aye, and of Asia and Africa too, till the peoples thought that the werewolves themselves had come.»
  38. Dracula, Ch 18, Mina Harker's Journal. «His power ceases, as does that all of all evil things, at the coming of the day. Only at certain times can he have limited freedom. If he be not at the place whither he is bound, he can only change himself at noon or exact sunrise or sunset.»
  39. 39,0 39,1 Searles B (1988). Films of Science Fiction and Fantasy, Harry N. Abrams, pp. 165–67. ISBN 0-8109-0922-7.
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