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Nacimiento, nombres y representación[]

Hijas de Urano y Gaia (debido a la sangre de los genitales del dios del cielo sobre ella al ser mutilado por Crono).

Eran las diosas de la venganza que torturaban a los malvados relacionadas con Némesis. Eran tres: Alecto (la que no descansa), Tisífone (vengadora de asesinatos) y Megera (la celosa). Representadas en el arte como doncellas severas con cabellos de serpientes y alas, ojos inyectados en sangre, rechinando los dientes, con túnicas negras con una cinta roja sangre y portando un látigo, una antorcha o una hoz. También se las conocía como las Euménides o las Aras o Arai y en Roma las llamaron Furias. Los asteroides 465, 466 y 464 llevan los diferentes nombres de las tres hermanas y el 889 se llama Erinia. Tisífone aparece como la amante del dios-monte Citerón.

Función[]

Se les ordenó ser las perseguidoras y hacer ver a los humanos sus culpas. Trataban así de restablecer el orden perdido. Se encargaban de hacer crecer y florecer entre los humanos los sentimientos negativos tales como odio y rabia. Tisífone era la encargada de castigar a los que osaban traspasar los límites de la buena conducta y era conocida como la Furia Vengadora. Megera se encargaba de hacer nacer el odio, la discordia, entre los mortales. Alecto los perseguía sin descanso hasta conseguir que murieran de locura o que fueran incapaces de volver a cometer un crimen semejante. Cuentan que cuando Orestes acudió desesperado ante Apolo para conocer el nombre del asesino de su padre, Agamenón, el oráculo le reveló que había sido su propia madre, Climenestra, esposa del rey, la autora de tal delito. Orestes, fuera de sí, puso fin a la vida de su madre. Entonces entró la Furia Alecto en escena, atormentando al desgraciado príncipe por el crimen que había cometido. Orestes acudió de nuevo a la ayuda de los dioses, siendo esta vez Atenea la elegida, para rogar el fin de su condena. Atenea, la diosa guerrera, consiguió convencer a Alecto de que el hijo de Agamenón ya había pagado con suficiente dolor sus actos y fue perdonado. Ahora bien, Orestes había de traer desde la ciudad de Taúride una estatua que hubiera sido consagrada a Artemisa, hermana de Apolo y diosa de la caza. Desde este momento, las Furias pasan a llamarse Euménides y a ser consideradas como benevolentes, aunque, eso sí, siguieron persiguiendo a los criminales.

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